Cultura (en latín: cultura, lit. "cultivation")1
es un término que tiene muchos significados interrelacionados. Por ejemplo, en
1952, Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn compilaron una lista de 164 definiciones
de "cultura" en Cultura: Una reseña crítica de conceptos y
definiciones.2 Sin embargo, la palabra "cultura" es más comúnmente
asociada en tres sentidos básicos:
Excelencia en el gusto por las bellas artes y las
humanidades, también conocida como alta cultura
Un patrón integral de conocimiento humano, creencia y
comportamiento que depende de la capacidad para el pensamiento simbólico y el
aprendizaje social
El grupo de actitudes compartidas, valores, metas y
prácticas que caracterizan a una institución, una organización o un grupo
Cuando el concepto surgió en Europa, entre los siglo XVIII y
XIX, se refería a un proceso de cultivación o mejora, como en la agricultura u
horticultura. En el siglo XIX, pasó primero a referirse al mejoramiento o
refinamiento de lo individual, especialmente a través de la educación, y luego
al logro de las aspiraciones o ideales nacionales. A mediados del siglo XIX,
algunos científicos utilizaron el término "cultura" para referirse a
la capacidad humana universal. Para el antipositivista y sociólogo alemán Georg
Simmel, la cultura se refería a "la cultivucación de los individuos a través
de la ingerencia de formas externas que han sido objetificadas en el transcurso
de la historia".3
En el siglo XX, la "cultura" surgió como un
concepto central de la antropología, abarcando todos los fenómenos humanos que
no son el total resultado de la genética. Específicamente, el término
"cultura" en la antropología americana tiene dos significados: (1) la
evolucionada capacidad humana de clasificar y representar las experiencias con
símbolos y actuar de forma imaginativa y creativa; y (2) las distintas maneras
en que la gente vive en diferentes partes del mundo, clasificando y
representando sus experiencias y actuando creativamente. Luego de la Segunda
Guerra Mundial, el término se volvió importante, aunque con diferentes
significados, en otras disciplinas como estudios culturales, psicología
organizacional, sociología de la cultura y estudios gerenciales.
Etimología
La etimología del término moderno "cultura" tiene
un origen clásico. En varias lenguas europeas, la palabra "cultura"
está basada en el término latino utilizado por Cicerón, en su Tusculan
Disputations, quien escribió acerca de una cultivación del alma o "cultura
animi", para entonces utilizando una metáfora agrícola para describir el
desarrollo de un alma filosófica, que fue comprendida teleológicamente como uno
de los ideales más altos posibles para el desarrollo humano. Samuel Pufendorf
llevó esta metáfora a un concepto moderno, con un significado similar, pero ya
sin asumir que la filosofía es la perfección natural del hombre. Su uso, y que
muchos escritores posteriores "se refieren a todas las formas en la que
los humanos comienzan a superar su barbarismo original y, a través de
artificios, se vuelven completamente humanos".4
Como lo describe Velkley4 :
El término "cultura", que originalmente
significaba la cultivación del alma o la mente, adquiere la mayoría de sus
posteriores significados en los escritos de los pensadores alemanes del siglo
XVIII, quienes en varios niveles desarrollaron la crítica de Rousseau al
liberalismo moderno y la Ilustración. Además, un contraste entre "cultura"
y "civilización" está usualmente implícito por estos autores, aun
cuando no lo expresen así. Dos significados primarios de cultura surgen de este
período: cultura como un espíritu folclórico con una identidad única, y cultura
como la cultivación de la espiritualidad o la individualidad libre. El primer
significado es predominante dentro de nuestro uso actual del término
"cultura", pero el segundo juega todavía un importante rol en lo que
creemos debería lograr la cultura, como la "expresión" plena del ser
único y "auténtico".
Concepción clásica de la cultura
En sus primeras acepciones, cultura designaba el cultivo de
los campos.
El término cultura proviene del latín cultus que a su vez
deriva de la voz colere que significa cuidado del campo o del ganado. Hacia el
siglo XIII, el término se empleaba para designar una parcela cultivada, y tres
siglos más tarde había cambiado su sentido como estado de una cosa, al de la
acción: el cultivo de la tierra o el cuidado del ganado (Cuche, 1999: 10), aproximadamente
en el sentido en que se emplea en el español de nuestros días en vocablos como
agricultura, apicultura, piscicultura y otros. Por la mitad del siglo XVI, el
término adquiere una connotación metafórica, como el cultivo de cualquier
facultad. De cualquier manera, la acepción figurativa de cultura no se
extenderá hasta el siglo XVII, cuando también aparece en ciertos textos
académicos.
El Siglo de las Luces (siglo XVIII) es la época en que el
sentido figurado del término como "cultivo del espíritu" se impone en
amplios campos académicos. Por ejemplo, el Dictionnaire de l'Academie Française
de 1718. Y aunque la Enciclopedia lo incluye sólo en su sentido restringido de
cultivo de tierras, no desconoce el sentido figurado, que aparece en los
artículos dedicados a la literatura, la pintura, la filosofía y las ciencias.
Al paso del tiempo, como cultura se entenderá la formación de la mente. Es
decir, se convierte nuevamente en una palabra que designa un estado, aunque en
esta ocasión es el estado de la mente humana, y no el estado de las parcelas.
Voltaire, uno de los pocos pensadores franceses del siglo
XVIII que se mostraban partidarios de una concepción relativista de la historia
humana.
La clásica oposición entre cultura y naturaleza también
tiene sus raíces en esta época. En 1798, el Dictionnaire incluye una acepción
de cultura en que se estigmatiza el "espíritu natural". Para muchos
de los pensadores de la época, como Jean Jacques Rousseau, la cultura es un
fenómeno distintivo de los seres humanos, que los coloca en una posición
diferente a la del resto de animales. La cultura es el conjunto de los
conocimientos y saberes acumulados por la humanidad a lo largo de sus milenios
de historia. En tanto una característica universal, el vocablo se emplea en
número singular, puesto que se encuentra en todas las sociedades sin distinción
de etnias, ubicación geográfica o momento histórico.
Cultura y civilización
También es en el contexto de la Ilustración cuando surge
otra de las clásicas oposiciones en que se involucra a la cultura, esta vez,
como sinónimo de la civilización. Esta palabra aparece por primera vez en la
lengua francesa del siglo XVIII, y con ella se significaba la refinación de las
costumbres. Civilización es un término relacionado con la idea de progreso.
Según esto, la civilización es un estado de la Humanidad en el cual la
ignorancia ha sido abatida y las costumbres y relaciones sociales se hallan en
su más elevada expresión. La civilización no es un proceso terminado, es
constante, e implica el perfeccionamiento progresivo de las leyes, las formas
de gobierno, el conocimiento. Como la cultura, también es un proceso universal
que incluye a todos los pueblos, incluso a los más atrasados en la línea de la
evolución social. Desde luego, los parámetros con los que se medía si una
sociedad era más civilizada o más salvaje eran los de su propia sociedad. En
los albores del siglo XIX, ambos términos, cultura y civilización eran
empleados casi de modo indistinto, sobre todo en francés e inglés (Thompson,
2002: 186)
Johann Gottfried Herder. Según él, la cultura podía
entenderse como la realización del genio nacional (Volksgeist).
Es necesario señalar que no todos los intelectuales
franceses emplearon el término. Rousseau y Voltaire se mostraron reticentes a
esta concepción progresista de la historia. Intentaron proponer una versión más
relativista de la historia, aunque sin éxito, pues la corriente dominante era
la de los progresistas. No fue en Francia, sino en Alemania donde las posturas
relativistas ganaron mayor prestigio. El término Kultur en sentido figurado
aparece en Alemania hacia el siglo XVII -aproximadamente con la misma
connotación que en francés. Para el siglo XVIII goza de gran prestigio entre
los pensadores burgueses alemanes. Esto se debió a que fue empleado para
denostar a los aristócratas, a los que acusaban de tratar de imitar las maneras
"civilizadas" de la corte francesa. Por ejemplo, Immanuel Kant
apuntaba que "nos cultivamos por medio del arte y de la ciencia, nos
civilizamos [al adquirir] buenos modales y refinamientos sociales"
(Thompson, 2002: 187). Por lo tanto, en Alemania el término civilización fue
equiparado con los valores cortesanos, calificados de superficiales y
pretenciosos. En sentido contrario, la cultura se identificó con los valores
profundos y originales de la burguesía (Cuche, 1999:13).
En el proceso de crítica social, el acento en la dicotomía
cultura/civilización se traslada de las diferencias entre estratos sociales a
las diferencias nacionales. Mientras Francia era el escenario de una de las
revoluciones burguesas más importantes de la historia, Alemania estaba
fragmentada en múltiples Estados. Por ello, una de las tareas que se habían
propuesto los pensadores alemanes era la unificación política. La unidad
nacional pasaba también por la reivindicación de las especificidades
nacionales, que el universalismo de los pensadores franceses pretendía borrar
en nombre de la civilización. Ya en 1774, Johann Gottfried Herder proclamaba
que el genio de cada pueblo (Volksgeist) se inclinaba siempre por la diversidad
cultural, la riqueza humana y en contra del universalismo. Por ello, el orgullo
nacional radicaba en la cultura, a través de la que cada pueblo debía cumplir
un destino específico. La cultura, como la entendía Herder, era la expresión de
la humanidad diversa, y no excluía la posibilidad de comunicación entre los
pueblos.
Durante el siglo XIX, en Alemania el término cultura
evoluciona bajo la influencia del nacionalismo.5 Mientras tanto, en Francia, el
concepto se amplió para incluir no sólo el desarrollo intelectual del
individuo, sino el de la humanidad en su conjunto. De aquí, el sentido francés
de la palabra presenta una continuidad con el de civilización: no obstante la
influencia alemana, persiste la idea de que más allá de las diferencias entre
"cultura alemana" y "cultura francesa" (por poner un
ejemplo), hay algo que las unifica a todas: la cultura humana.6
Definiciones de cultura en las disciplinas sociales
Para efecto de las ciencias sociales, las primeras
acepciones de cultura fueron construidas a finales del siglo XIX. Por esta
época, la sociología y la antropología eran disciplinas relativamente nuevas, y
la pauta en el debate sobre el tema que aquí nos ocupa la llevaba la filosofía.
Los primeros sociólogos, como Émile Durkheim, rechazaban el uso del término.
Hay que recordar que en su perspectiva, la ciencia de la sociedad debía abordar
problemas relacionados con la estructura social.7 Si bien es opinión
generalizada que Carlos Marx dejó de lado a la cultura, ello se ve refutado por
las mismas obras del autor, sosteniendo que las relaciones sociales de
producción (la organización que adoptan los seres humanos para el trabajo y la
distribución social de sus frutos) constituyen la base de la superestructura
jurídico-política e ideológica, pero en ningún caso un aspecto secundario de la
sociedad. No es concebible una relación social de producción sin reglas de
conducta, sin discursos de legitimación, sin prácticas de poder, sin costumbres
y hábitos permanentes de comportamiento, sin objetos valorados tanto por la
clase dominante como por la clase dominada. El desvelo de las obras juveniles
de Marx, tanto de La ideología alemana (1845-1846) en 1932 por la célebre
edición del Instituto Marx-Engels de la URSS bajo dirección de David Riazanov,
como de los Manuscritos económicos y filosóficos (1844) posibilitó que varios
partidarios de sus propuestas teóricas desarrollaran una teoría de la cultura
marxista (véase más adelante).
El significado de cultura generalmente es relacionado con la
antropología. Una de las ramas más importantes de esta disciplina social se
encarga precisamente del estudio comparativo de la cultura. Quizá por la
centralidad que la palabra tiene en la teoría de la antropología, el término ha
sido desarrollado de diversas maneras, que suponen el uso de una metodología
analítica basada en premisas que en ocasiones distan mucho las unas de las
otras.
Los etnólogos y antropólogos británicos y estadounidenses de
las postrimerías del siglo XIX retomaron el debate sobre el contenido de
cultura. Estos autores tenían casi siempre una formación profesional en
derecho, pero estaban particularmente interesados en el funcionamiento de las
sociedades exóticas con las que Occidente se encontraba en ese momento.8 En la
opinión de estos pioneros de la etnología y la antropología social (como
Bachoffen, McLennan, Maine y Morgan), la cultura es el resultado del devenir
histórico de la sociedad. Pero la historia de la humanidad en estos escritores
era fuertemente deudora de las teorías ilustradas de la civilización, y sobre
todo, del darwinismo social de Spencer.
Definiciones descriptivas de cultura
Definición de Tylor
E. B. Tylor, etnólogo británico, dijo: "La principal
tendencia de la cultura desde los orígenes a los tiempos modernos ha sido del
salvajismo hacia la civilización." (1995:43).
Como señala Thompson (2002: 190), la definición descriptiva
de cultura se encontraba presente en esos primeros autores de la antropología
decimonónica. El interés principal en la obra de estos autores (que abordaba
problemáticas tan disímbolas como el origen de la familia y el matriarcado, y
las supervivencias de culturas antiquísimas en la civilización occidental de su
tiempo) era la búsqueda de los motivos que llevaban a los pueblos a comportarse
de tal o cual modo. En esas exploraciones, meditarente, o entre la tecnología y
el resto del sistema social.
Uno de los más importantes etnógrafos de la época fue Gustav
Klemm. En los diez tomos de su obra Allgemeine Cultur-Geschichte der Menschheit
(1843-1852) intentó mostrar el desarrollo gradual de la humanidad por medio del
análisis de la tecnología, costumbres, arte, herramientas, prácticas
religiosas. Una obra monumental, pues incluía ejemplos etnográficos de pueblos
de todo el mundo. El trabajo de Klemm habría de tener eco en sus
contemporáneos, empeñados en definir el campo de una disciplina científica que
estaba naciendo. Unos veinte años más tarde, en 1871, Edward B. Tylor publicó
en Primitive Culture una de las definiciones más ampliamente aceptadas de
cultura. Según Tylor, la cultura es:
...aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las
creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otros
hábitos y capacidades adquiridos por el hombre. La situación de la cultura en
las diversas sociedades de la especie humana, en la medida en que puede ser
investigada según principios generales, es un objeto apto para el estudio de
las leyes del pensamiento y la acción del hombre.
(Tylor, 1995: 29)
De esta suerte, una de las principales aportaciones de Tylor
fue la elevación de la cultura como materia de estudio sistemático. A pesar de
este notable avance conceptual, la propuesta de Tylor adolecía de dos grandes
debilidades. Por un lado, sacó del concepto su énfasis humanista al convertir a
la cultura en objeto de ciencia. Por el otro, su procedimiento analítico era
demasiado descriptivo. En el texto citado arriba, Tylor plantea que "un
primer paso para el estudio de la civilización9 consiste en diseccionarla en
detalles, y clasificar éstos en los grupos adecuados" (Tylor, 1995:33).
Según esta premisa, la mera recopilación de los "detalles" permitiría
el conocimiento de una cultura. Una vez conocida, sería posible clasificarla en
una graduación de más a menos civilizada, premisa que heredó de los darwinistas
sociales.
Definición de los culturalistas
Una mujer hopi arregla el peinado de una joven soltera de su
tribu. Los antropólogos estadounidenses de la primera mitad del siglo XX
estaban muy interesados en la documentación etnográfica de los pueblos indios,
algunos de los cuales estaban en proceso de extinción.
La propuesta teórica de Tylor fue retomada y reelaborada
posteriormente, tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos. En este último
país, la antropología evolucionaba hacia una posición relativista, representada
en primera instancia por Franz Boas. Esta posición representaba un rompimiento
con las ideas anteriores sobre la evolución cultural, en especial las propuestas
por los autores británicos y el estadounidense Lewis Henry Morgan. Para éste
último, contra quien Boas dirigió sus críticas en uno de sus pocos textos
teóricos, el proceso de la evolución social humana (tecnología, relaciones
sociales y cultura) podía ser equiparado con el proceso de crecimiento de un
individuo de la especie. Por lo tanto, Morgan comparaba el salvajismo con la
"infancia de la especie humana", y la civilización, con la madurez.10
Boas fue sumamente duro con las propuestas de Morgan y el resto de los
antropólogos evolucionistas contemporáneos. A lo que sus autores llamaban
"teorías" sobre la evolución de la sociedad, Boas las calificó de
"puras conjeturas" sobre el ordenamiento histórico de "fenómenos
observados conforme a principios admitidos [de antemano]" (1964:184).
La crítica de Boas en contra de los evolucionistas es un eco
de la perspectiva de los filósofos alemanes como Herder y Wilhelm Dilthey. El
núcleo de la propuesta radica en su inclinación a considerar la cultura como un
fenómeno plural. En otras palabras, más que hablar de cultura, Boas hablaba de
culturas. Para la mayor parte de los antropólogos y etnólogos adscritos a la
escuela culturalista estadounidense, el estado del arte etnográfico al
principio del siglo XX no permitía la conformación de una teoría general sobre
la evolución de las culturas. Por lo tanto, la labor más importante de los
estudiosos del fenómeno debía ser la documentación etnográfica.11 De hecho,
Boas escribió muy pocos textos teóricos, en comparación con sus monografías
sobre los pueblos indígenas de la costa pacífica de América del Norte.
Los antropólogos formados por Robin Reid hubieron de heredar
muchas de las premisas de su maestro. Entre otros casos notables, están el de
Ruth Benedict. En su obra Patterns of culture (1939), Benedict señala que cada
cultura es un todo comprensible sólo en sus propios términos12 y constituye una
suerte de matriz que da sentido a la actuación de los individuos en una
sociedad. Alfred Kroeber, retomando la oposición entre cultura y naturaleza,
también señalaba que las culturas son fenómenos sui generis pero, en sentido
estricto, eran de una categoría exterior a la naturaleza. Por lo tanto, según
Kroeber, el estudio de las culturas debía salirse del dominio de las ciencias
naturales y encarar a las primeras como lo que eran: fenómenos
superorgánicos.13 Melville Herskovits y Clyde Kluckhohn retomaron de Tylor su
definición cientificista del estudio de la cultura. Para el primero, también la
recolección de rasgos definitorios de las culturas permitiría su clasificación.
Aunque, en este caso, la clasificación no se realizaba en sentido diacrónico,
sino espacial-geográfico que habría de permitir el conocimiento de las
relaciones entre los diferentes pueblos asentados en un área cultural.
Kluckhonn, por su parte, resume en su texto Antropología la mayor parte de los
postulados vistos en esta sección, y reclama el dominio de lo cultural como el
campo específico de la actividad antropológica.
Definición funcionalista-estructural
La característica más peculiar del concepto funcionalista de
cultura se refiere precisamente a la función social de la misma. El supuesto
básico es que todos los elementos de una sociedad (entre los que la cultura es
uno más) existen porque son necesarios. Esta perspectiva ha sido desarrollada
tanto en antropología como en sociología aunque, sin duda, sus primeras
características fueron delineadas involuntariamente por Émile Durkheim. Este
sociólogo francés muy pocas veces empleó el término como unidad analítica
principal de su disciplina. En su libro Las reglas del método sociológico
(1895), plantea que la sociedad está compuesta por entidades que tienen una
función específica, integradas en un sistema análogo al de los seres vivos,
donde cada órgano está especializado en el cumplimiento de una función vital.
Del mismo modo en que los órganos de un cuerpo son susceptibles a la
enfermedad, las instituciones y costumbres, las creencias y las relaciones
sociales también pueden caer en un estado de anomia. Durkheim y sus seguidores,
sin embargo, no se ocupan exclusiva ni principalmente de la cultura como objeto
de estudio, sino de hechos sociales. A pesar de ellos, sus propuestas
analíticas fueron retomadas por autores conspicuos de la antropología social
británica y la sociología de la cultura de Estados Unidos.
Más tarde, el polaco Bronislaw Malinowski retomó tanto la
descripción de cultura de Tylor como algunos de los planteamientos de Durkheim
relativos a la función social. Para Malinowski, la cultura podía ser entendida
como una «realidad sui generis» que debía estudiarse como tal (en sus propios
términos). En la categoría de cultura incluía artefactos, bienes, procesos
técnicos, ideas, hábitos y valores heredados (Thompson, 2002: 193). También
consideraba que la estructura social podía ser entendida análogamente a los
organismos vivos pero, a diferencia de Durkheim, Malinowski tenía una tendencia
más holística. Malinowski creía que todos los elementos de la cultura poseían
una función que les daba sentido y hacía posible su existencia. Pero esta
función no era dada únicamente por lo social, sino por la historia del grupo y
el entorno geográfico, entre muchos otros elementos. El reflejo más claro de
este pensamiento aplicado al análisis teórico fue el libro Los argonautas del
Pacífico Occidental (1922), una extensa y detallada monografía sobre las
distintas esferas de la cultura de los isleños trobriandeses, un pueblo que
habitaba en las islas Trobriand, al oriente de Nueva Guinea.
Años más tarde, Alfred Reginald Radcliffe-Brown, también
antropólogo británico, retomaría algunas de las propuestas de Malinowski, y muy
especialmente las que se referían a la función social. Radcliffe-Brown
rechazaba que el campo de análisis de la antropología fuera la cultura, más bien
se encargaba del estudio de la estructura social, un entramado de relaciones
entre las personas de un grupo. Sin embargo, también analizó aquellas
categorías que habían sido descritas con anterioridad por Malinowski y Tylor,
siguiendo siempre el principio del análisis científico de la sociedad. En su
libro Estructura y función en la sociedad primitiva (1975) Radcliffe-Brown
establece que la función más importante de las creencias y prácticas sociales
es la del mantenimiento del orden social, el equilibrio en las relaciones y la
trascendencia del grupo en el tiempo. Sus propuestas fueron retomadas más tarde
por muchos de sus alumnos, especialmente por Edward Evan Evans-Pritchard
etnógrafo de los nuer y los azande, pueblos del centro de África. En ambos trabajos
etnográficos, la función reguladora de las creencias y prácticas sociales está
presente en el análisis de esas sociedades, a la primera de las cuales,
Evans-Pritchard llamó "anarquía ordenada".
Definiciones simbólicas
Los orígenes de las concepciones simbólicas de cultura se
remontan a Leslie White, antropólogo estadounidense formado en la tradición
culturalista de Boas. A pesar de que en su libro La ciencia de la cultura
afirma, en un principio, que ésta es «el nombre de un tipo preciso o clase de
fenómenos, es decir, las cosas y los sucesos que dependen del ejercicio de una
habilidad mental, exclusiva de la especie humana, que hemos llamado
'simbolizante'», en el transcurso de su texto, White irá abandonando la idea de
la cultura como símbolos para orientarse hacia una perspectiva ecológica.14
Definición estructuralista
Según la teoría estructuralista, la mente humana clasifica
todos los fenómenos del mundo, estableciendo conjuntos clasificatorios a los
que se adhieren cargas semánticas (se convierten en símbolos). Por ejemplo,
Héritier proponía que un par de grupos clasificatorios universal es el que
distingue hombres de mujeres, basado en las diferencias fisiológicas. Lo que
cambia son las atribuciones de cada grupo: en algunas culturas, como la
occidental, la mujer se encarga de criar a los niños; en otras, esta tarea
corresponde a los hombres.
El estructuralismo es una corriente más o menos extendida en
las ciencias sociales. Sus orígenes se remontan a Ferdinand de Saussure,
lingüista, quien propuso grosso modo que la lengua es un sistema de signos.
Tras su conversión a la antropología (tal como la llama en Tristes trópicos),
Claude Lévi-Strauss –influido por Roman Jakobson– habría de retomar este
concepto para el estudio de los hechos de interés antropológico, entre los que
la cultura era sólo uno más. De acuerdo con Lévi-Strauss, la cultura es
básicamente un sistema de signos15 producidos por la actividad simbólica de la
mente humana (tesis que comparte con White).
En Antropología estructural (1958) Lévi-Strauss irá
definiendo las relaciones que existen entre los signos y símbolos del sistema,
y su función en la sociedad, sin prestar demasiada atención a este último
punto. En resumen, se puede decir que en la teoría estructuralista, la cultura
es un mensaje que puede ser decodificado tanto en sus contenidos, como en sus
reglas. El mensaje de la cultura habla de la concepción del grupo social que la
crea, habla de sus relaciones con internas y externas. En El pensamiento
salvaje (1962), Lévi-Strauss apunta que todos los símbolos y signos de que está
hecha la cultura son productos de la misma capacidad simbólica que poseen todas
las mentes humanas. Esta capacidad, básicamente consiste en la clasificación de
las cosas del mundo en grupos, a los que se atribuyen ciertas cargas
semánticas. No existe grupo de símbolos o signos (campo semántico) que no tenga
uno complementario. Los signos y sus significados pueden ser asociados por
metáfora (como en el caso de las palabras) o metonimia (como en el caso de los
emblemas de la realeza) a fenómenos significativos para el grupo creador del
sistema cultural. Las asociaciones simbólicas no necesariamente son las mismas
en todas las culturas. Por ejemplo, mientras en la cultura occidental, el rojo
es el color del amor, en Mesoamérica es el de la muerte.
Según la propuesta estructuralista, las culturas de los
pueblos "primitivos" y "civilizados" están hechas de la
misma materia y, por tanto, los sistemas del conocimiento del mundo exterior
dominantes en cada uno –magia en los primeros, ciencia en los segundos– no son
radicalmente diferentes. Aunque son varias las distinciones que se pueden
establecer entre culturas primitivas y modernas: una de las más importantes es
el modo en que manipulan los elementos del sistema. En tanto que la magia
improvisa, la ciencia procede sobre la base del método científico.16 El uso del
método científico no quiere decir –según Lévi-Strauss– que las culturas donde
la ciencia es dominante sean superiores, o que aquellas donde la magia juega un
papel fundamental sean menos rigurosas o metódicas en su manera de conocer el
mundo. Simplemente, son de índole distinta unas de otras, pero la posibilidad
de comprensión entre ambos tipos de culturas radica básicamente en una facultad
universal del género humano.
En la perspectiva estructuralista, el papel de la historia
en la conformación de la cultura de una sociedad no es tan importante. Lo
fundamental es llegar a dilucidar las reglas que subyacen en la articulación de
los símbolos en una cultura, y observar la manera en que éstos dotan de sentido
la actuación de una sociedad. En varios textos, Lévi-Strauss y sus seguidores
(como Edmund Leach) parecen insinuar, como Ruth Benedict, que la cultura es una
suerte de patrón que pertenece a todo el grupo social pero no se encuentra en
nadie en particular. Esta idea también fue retomada del concepto de lenguaje
propuesto por Saussure.
Definición de la antropología simbólica
La antropología simbólica es una rama de las ciencias
sociales cuyo desarrollo se relaciona con la crítica al estructuralismo
lévi-straussiano. Uno de los principales exponentes de esta corriente es
Clifford Geertz. Comparte con el estructuralismo francés la tesis de la cultura
como un sistema de símbolos pero, a diferencia de Lévi-Strauss, Geertz señala
que no es posible para los investigadores el conocimiento de sus contenidos:
Al creer tal como Max Weber que el hombre es un animal
suspendido en tramas de significación tejidas por él mismo, considero que la
cultura se compone de tales tramas, y que el análisis de ésta no es, por tanto,
una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en
busca de significado.
(Geertz, 1988:)
Bajo la premisa anterior, Geertz y la mayor parte de los
antropólogos simbólicos ponen en duda la autoridad de la etnografía. Señalan
que a lo que pueden limitarse los antropólogos es a hacer
"interpretaciones plausibles" del significado de la trama simbólica
que es la cultura, a partir de la descripción densa de la mayor cantidad de
puntos de vista que sea posible conocer respecto a un mismo suceso. En otro
sentido, los simbólicos no creen que todos los elementos de la trama cultural
posean el mismo sentido para todos los miembros de una sociedad. Más bien creen
que pueden ser interpretados de modos diferentes, dependiendo, ya de la
posición que ocupen en la estructura social, ya de condicionamientos sociales y
psíquicos anteriores, o bien, del mismo contexto.17
Definiciones marxistas
Tal como se señaló anteriormente, Karl Marx a pesar de la
opinión generalizada, puso atención en el análisis de las cuestiones
culturales, específicamente en su relación con el resto de la estructura
social. Según la propuesta teórica de Marx, el dominio de lo cultural
(constituido sobre todo por la ideología) es un reflejo de las relaciones
sociales de producción, es decir, de la organización que adoptan los seres
humanos frente a la actividad económica. La gran aportación del marxismo en el
análisis de la cultura es que ésta es entendida como el producto de las
relaciones de producción, como un fenómeno que no está desligado del modo de
producción de una sociedad. Asimismo, la considera como uno de los medios por
los cuales se reproducen las relaciones sociales de producción, que permiten la
permanencia en el tiempo de las condiciones de desigualdad entre las clases.
En sus interpretaciones más simplistas, la definición de la
ideología en Marx ha dado lugar a una tendencia a explicar las creencias y el
comportamiento social en función de las relaciones que se establecen entre
quienes dominan el sistema económico y sus subalternos. Sin embargo, son muchas
las posturas donde la relación entre la base económica y la superestructura
cultural es analizada en enfoques más amplios. Por ejemplo, Antonio Gramsci
llama la atención a la hegemonía, un proceso por medio del cual, un grupo
dominante se legitima ante los dominados, y estos terminan por ver natural y
asumir como deseable la dominación. Louis Althusser propuso que el ámbito de la
ideología (el principal componente de la cultura) es un reflejo de los
intereses de la élite, y que a través de los aparatos ideológicos del Estado se
reproducen en el tiempo.
Así mismo, Michel Foucault –en el conocido debate de
noviembre de 1971 en Holanda con Noam Chomsky– respondiendo la pregunta de que
si la sociedad capitalista era democrática, además de contestar negativamente
–argumentando que una sociedad democrática se basa en el efectivo ejercicio del
poder por una población que no esté dividida u ordenada jerárquicamente en
clases– sostiene que, de manera general, todos los sistemas de enseñanza –los
cuales aparecen simplemente como transmisores de conocimientos aparentemente
neutrales–, están hechos para mantener a cierta clase social en el poder, y
excluir de los instrumentos de poder a otras clases sociales.
Definición neoevolucionista o ecofuncionalista
Plataforma petrolera en el Mar del Norte. White proponía que
la energía de que dispusiera una sociedad es la que determina en buena medida
la cultura. Occidente, por ejemplo, ha modificado sus tecnologías para poder
aprovechar diversas fuentes energéticas a lo largo de su historia. La mayor
cantidad de energía disponible ha permitido a su vez el desarrollo de nuevas
tecnologías, creencias y formas de relaciones sociales. Sin embargo, como
señalan Rappaport y Morán, es posible que la expansión en el consumo energético
produzca una desadaptación ecológica y conduzca a la civilización Occidental a
su desaparición.
Si bien el estudio de la cultura nació como una inquietud
por el cambio de las sociedades a lo largo del tiempo, el desprestigio en el
que cayeron los primeros autores de la antropología fue un terreno fértil para
que arraigaran en la reflexión sobre la cultura las concepciones ahistóricas. Salvo
los marxistas, interesados en el proceso revolucionario hacia el socialismo, el
resto de las disciplinas sociales no prestaron mayor atención al problema de la
evolución cultural.
Para introducir las definiciones neoevolucionistas de
cultura, es necesario recordar que los evolucionistas sociales de finales del
siglo XIX (representados, entre otros, por Tylor), pensaban que las sociedades
"primitivas" de su época eran residuos de antiguas formas culturales,
por las que necesariamente habría pasado la civilización de Occidente antes de
llegar a ser lo que era en ese momento. Como se indicó antes, Boas y sus
discípulos echaron por tierra estos argumentos, señalando que nada probaba la
veracidad de estas suposiciones. Sin embargo, en Estados Unidos, hacia la
década de 1940 tuvo lugar un nuevo viraje del enfoque temporal de la
antropología. Éste nuevo rumbo es el neoevolucionista, interesado entre otras
cosas, por el cambio socio-cultural y las relaciones entre cultura y medio
ambiente.
White y Steward
Según el neoevolucionismo, la cultura es el producto de las
relaciones históricas entre un grupo humano y su medio ambiente. De esta manera
se pueden resumir las definiciones de cultura propuestas por Leslie White
(1992) y Julian Steward (1992), quienes encabezaron la corriente
neoevolucionista en su nacimiento.18 El énfasis de la nueva corriente
antropológica se movió del funcionamiento de la cultura a su carácter dinámico.
este cambio de paradigma representa una clara oposición al funcionalismo estructuralista,
interesado en el funcionamiento actual de la sociedad; y el culturalismo, que
aplazaba el análisis histórico para un momento en que los datos etnográficos lo
permitieran.
Tanto Steward como White concuerdan en que la cultura es
sólo uno de los ámbitos de la vida social. Para White, la cultura no es un
fenómeno que deba entenderse en sus propios términos, como proponían los
culturalistas. El aprovechamiento energético es el motor de las
transformaciones culturales: estimula la transformación de la tecnología
disponible, tendiendo siempre a mejorar. Así, la cultura está determinada por
la forma en la que el grupo humano aprovecha su entorno. Este aprovechamiento
se traduce a su vez en energía. El desarrollo de la cultura de un grupo es
proporcional la cantidad de energía que la tecnología disponible le permite
aprovechar. La tecnología determina las relaciones sociales y esencialmente la
división del trabajo como una prístina forma de organización. A su vez, la
estructura social y la división del trabajo se reflejan en el sistema de
creencias del grupo, que formula conceptos que le permiten comprender el
entorno que le rodea. Una modificación en la tecnología y la cantidad de
energía aprovechada se traduce, por tanto, en modificaciones en todo el conjunto.
Steward, por su parte, retomaba de Kroeber la concepción de
la cultura como un hecho que se encontraba por encima y fuera de la naturaleza.
Sin embargo, Steward sostenía que había un diálogo entre ambos dominios.
Opinaba que la cultura es un fenómeno o capacidad del ser humano que le permite
adaptarse a su medio biológico. Uno de los principales conceptos en su obra es
el de evolución. Steward planteaba que la cultura sigue un proceso de evolución
multilineal (es decir, no todas las culturas pasan de un estado salvaje a la
barbarie, y de ahí a la civilización), y que este proceso se basa en el
desarrollo de tipos culturales derivados de las adaptaciones culturales al
medio físico de una sociedad. Steward introduce en las ciencias sociales el
término de ecología, señalando con él: el análisis de las relaciones existentes
entre todos los organismos que comparten un mismo nicho ecológico.
Evolución cultural
Había por lo menos una gran distancia conceptual entre la
propuesta de White y de Steward. El primero se inclinaba por el estudio de la
cultura como fenómeno total, en tanto que el segundo se mantenía más proclive
al relativismo. Por ello, entre las limitaciones que tuvieron que superar sus
sucesores estuvo la de concatenar ambas posturas, para unificar la teoría de
los estudios de la ecología cultural. De esta suerte, Marshall Sahlins propuso
que la evolución cultural sigue dos direcciones. Por un lado, crea diversidad
"a través de una modificación de adaptación: las nuevas formas se diferencian
de las viejas. Por otra parte, la evolución genera progreso: las formas
superiores surgen de las inferiores y las sobrepasan".19
La idea de que la cultura se transforma siguiendo dos líneas
simultáneas fue desarrollada por Darcy Ribeiro, que introdujo el concepto de
proceso civilizatorio20 para comprender las transformaciones de la cultura.
Con el tiempo, el neoevolucionismo sirvió como una de las
principales bisagras entre las ciencias sociales y las ciencias naturales,
especialmente como puente con la biología y la ecología. De hecho, su propia
vocación como enfoque holístico le ha convertido en una de las corrientes más
interdisciplinarias de las disciplinas que estudian la humanidad. A partir de
la década de 1960, la ecología entró en una relación muy estrecha con los
estudios culturales de corte evolutivo. Los biólogos habían descubierto que los
seres humanos no son los únicos animales que poseen cultura: se habían
encontrado indicios de ella entre algunos insectos, pero especialmente entre
los primates. Roy Rappaport introdujo en la discusión de lo social la idea de
que la cultura forma parte de la misma biología del ser humano, y que la
evolución misma del ser humano se debe a la presencia de la cultura. Señalaba
que:
...superorgánica o no, se debe tener presente que la cultura
en sí pertenece a la naturaleza. Emergió en el curso de la evolución mediante
procesos de selección natural diferentes sólo en parte de aquellos que
produjeron los tentáculos del pulpo […] Aunque la cultura está altamente
desarrollada en los seres humanos, estudios etológicos recientes han indicado
alguna capacidad simbólica entre otros animales. […] Aunque las culturas pueden
imponerse a los sistemas ecológicos, hay límites para esas imposiciones, ya que
las culturas y sus componentes están sujetos a su vez a procesos selectivos.
(Rappaport, 1998: 273-274)
Los nuevos descubrimientos en la etología (ciencia que
estudia el comportamiento de los animales) animaron a muchos biólogos a
intervenir en el debate sociológico de la cultura. Algunos de ellos buscaban
establecer relaciones entre la cultura humana y las formas primitivas de
cultura observadas, por ejemplo, entre los macacos de Japón. Uno de los
ejemplos más conocidos es el de Sherwood Washburn, profesor de antropología de
la Universidad de California. Al frente de un equipo multidisciplinario,
emprendió la tarea de buscar cuáles eran los orígenes de la cultura humana.
Como primera parte de su proyecto, analizó el comportamiento social de los
primates superiores. En segundo lugar, suponiendo que los bosquimanos !kung
eran los últimos reductos de las formas más primitivas de cultura humana,
procedió al estudio de su cultura. La tercera etapa del programa de Washburn
(en el que colaboraron Richard Lee e Irven de Vore, y que se prolongó durante
la primera mitad de los años sesenta) fue proceder a la comparación de los
resultados de ambas investigaciones, y especuló sobre esta base acerca de la
importancia de la cacería en la construcción de la sociedad y la cultura.
Esta hipótesis fue presentada en un congreso llamado Man,
the Hunter, realizado en la Universidad de Chicago en 1966. Fuera porque la
investigación se apoyaba en premisas sobre la evolución cultural que fueron
desechadas desde los tiempos de Boas, o porque era una tesis que negaba la
importancia de la mujer en la construcción de la cultura, la tesis de Washburn,
Lee y De Vore no fue bien recibida.21
Esta definición, atiende a la característica principal de la
cultura, que es una obra estrictamente de creación humana, a diferencia de los
procesos que realiza la naturaleza, por ejemplo, el movimiento de la tierra,
las estaciones del año, los ritos de apareamiento de las especies, las mareas e
incluso la conducta de las abejas que hacen sus panales, elaboran miel, se
orientan para encontrar el camino de regreso pero, que a pesar de eso, no
constituyen una cultura, pues todas las abejas del mundo hacen exactamente lo
mismo, de manera mecánica, y no pueden cambiar nada. Exactamente lo contrario
ocurren en el caso de las obras, ideas y actos humanos, ya que estos
transforman o se agregan a la naturaleza, por ejemplo, el diseño de una casa,
la receta de un dulce de miel o de chocolate, la elaboración de un plano, la
simple idea de las relaciones matemáticas, son cultura y sin la creación humana
no existirían por obra de la naturaleza.
En 1998, Jesús Mosterín publicó su libro ¡Vivan los
animales!, donde explica qué es la cultura:22
La cultura no es un fenómeno exclusivamente humano, sino que
está bien documentada en muchas especies de animales superiores no humanos. Y
el criterio para decidir hasta qué punto cierta pauta de comportamiento es
natural o cultural no tiene nada que ver con el nivel de complejidad o de
importancia de dicha conducta, sino sólo con el modo como se trasmite la información
pertinente a su ejecución. […] Los chimpancés son animales muy culturales.
Aprenden a distinguir cientos de plantas y sustancias, y a conocer sus
funciones alimentarias y astringentes. Así logran alimentarse y contrarrestar
los efectos de los parásitos. Tienen muy poco comportamiento instintivo o
congénito. No existe una 'cultura de los chimpancés' común a la especie. Cada
grupo tiene sus propias tradiciones sociales, venatorias, alimentarias,
sexuales, instrumentales, etc. […] La cultura es tan importante para los
chimpancés, que todos los intentos de reintroducir en la selva a los chimpancés
criados en cautividad fracasan lamentablemente. Los chimpancés no sobreviven.
Les falta la cultura. No saben qué comer, cómo actuar, cómo interaccionar con los
chimpancés silvestres, que los atacan y matan. Ni siquiera saben cómo hacer
cada noche su alto nido-cama para dormir sin peligro en la copa de un árbol.
Durante los cinco años que el pequeño chimpancé duerme con su madre tiene unas
2.000 oportunidades de observar cómo se hace el nido-cama. Los chimpancés
hembras separados de su grupo y criados con biberón en el zoo ni siquiera saben
cómo cuidar a sus propias crías, aunque lo aprenden si ven películas o vídeos
de otros chimpancés criando
(Jesús Mosterín, ¡Vivan los animales! 1998: 146-7, 151-2)
Marvin Harris y el materialismo cultural
Dentro del tipo de ideas introducidas por Steward, cabe
señalar el materialismo cultural propugnado por Marvin Harris y otros
antropólogos estadounidenses. Esta corriente puede ser asimilada a una forma de
ecofuncionalismo en el que se encajan ciertas divisiones introducidas por Marx.
Para el materialismo cultural, entender la evolución cultural y la
configuración de las sociedades depende básicamente de condiciones materiales,
tecnológicas e infraestructurales. El materialismo cultural establece una
triple división entre grupos de conceptos que atiende a su relación causal.
Esos grupos se llaman: infraestructura (modo de producción, tecnología,
condiciones geográficas,...), estructura (modo de organización social,
estructura jerárquica,...) y supraestructura (valores religiosos y morales,
creaciones artísticas, leyes,...)
El concepto científico de cultura
El concepto científico de cultura hizo uso desde el principio
de ideas de la teoría de la información, de la noción de meme introducida por
Richard Dawkins, de los métodos matemáticos desarrolladas en la genética de
poblaciones por autores como Luigi Luca Cavalli-Sforza y de los avances en la
compresión del cerebro y del aprendizaje. Diversos antropólogos, como William
Durham, y filósofos, como Daniel Dennett y Jesús Mosterín, han contribuido
decisivamente al desarrollo de la concepción científica de la cultura. Mosterín
define la cultura como la información transmitida por aprendizaje social entre
animales de la misma especie. Como tal, se contrapone a la naturaleza, es
decir, a la información transmitida genéticamente. Si los memes son las
unidades o trozos elementales de información adquirida, la cultura actual de un
individuo en un momento determinado sería el conjunto de los memes presentes en
el cerebro de ese individuo en ese momento. A su vez, la noción vaga de cultura
de un grupo social es analizada por Mosterín en varias nociones precisas
distintas, definidas todas ellas en función de los memes presentes en los
cerebros de los miembros del grupo.23
Industria cultural
Es la cultura que está, como un mercado, sujeta a las leyes
de la oferta y la demanda de la economía capitalista.
Socialización de la cultura
La importante aportación de la psicología humanista de, por
ejemplo, Erik Erikson con una teoría psicosocial para explicar los componentes
socioculturales del desarrollo personal.
Cada miembro de la especie podría acceder a ella desde una
fuente común, sin limitarse, ejemplo de ello: el conocimiento transmitido por
los padres.
Debe poder ser incrementada en las ulteriores generaciones.
Ha de resultar universalmente compartible por todos aquellos
que poseen un lenguaje racional y significativo.
Así, el ser humano tiene la facultad de enseñar al animal,
desde el momento en que es capaz de entender su rudimentario aparato de gestos
y sonidos, llevando a cabo nuevos actos de comunicación; pero los animales no
pueden hacer algo parecido con nosotros. De ellos podemos aprender por la
observación, como objetos, pero no mediante el intercambio cultural, es decir,
como sujetos.
Clasificación
La cultura se clasifica, respecto a sus definiciones, de la
siguiente manera:
Tópica: La cultura consiste en una lista de tópicos o
categorías, tales como organización social, religión o economía.
Histórica: La cultura es la herencia social, es la manera
que los seres humanos solucionan problemas de adaptación al ambiente o a la
vida en común.
Mental: La cultura es un complejo de ideas, o los hábitos
aprendidos, que inhiben impulsos y distinguen a las personas de los demás.
Estructural: La cultura consiste en ideas, símbolos o
comportamientos, modelados o pautados e inter-relacionados.
Simbólica: La cultura se basa en los significados
arbitrariamente asignados que son compartidos por una sociedad.
La cultura puede también ser clasificada del siguiente modo:
Según su extensión
Universal: cuando es tomada desde el punto de vista de una
abstracción a partir de los rasgos que son comunes en las sociedades del mundo.
Por ej., el saludo.
Total: conformada por la suma de todos los rasgos
particulares a una misma sociedad.
Particular: igual a la subcultura; conjunto de pautas
compartidas por un grupo que se integra a la cultura general y que a su vez se
diferencia de ellas. Ej.: las diferentes culturas en un mismo país.
Según su desarrollo
Primitiva: aquella cultura que mantiene rasgos precarios de
desarrollo técnico y que por ser conservadora no tiende a la innovación.
Civilizada: cultura que se actualiza produciendo nuevos
elementos que le permitan el desarrollo a la sociedad.
Analfabeta o pre-alfabeta: se maneja con lenguaje oral y no
ha incorporado la escritura ni siquiera parcialmente.
Alfabeta: cultura que ya ha incorporado el lenguaje tanto
escrito como oral.
Según su carácter dominante
Sensista: cultura que se manifiesta exclusivamente por los
sentidos y es conocida a partir de los mismos.
Racional: cultura donde impera la razón y es conocido a
través de sus productos tangibles.
Ideal: se construye por la combinación de la sensista y la
racional
Según su dirección
Posfigurativa: aquella cultura que mira al pasado para
repetirlo en el presente. Cultura tomada de nuestros mayores sin variaciones.
Es generacional y se da particularmente en pueblos primitivos.
Configurativa: la cultura cuyo modelo no es el pasado, sino
la conducta de los contemporáneos. Los individuos imitan modos de
comportamiento de sus pares y recrean los propios.
Prefigurativa: aquella cultura innovadora que se proyecta
con pautas y comportamientos nuevos y que son válidos para una nueva generación
y que no toman como guía el modelo de los padres a seguir pero si como
referentes.
Elementos de la cultura
La cultura forma todo lo que implica transformación y seguir
un modelo de vida. Los elementos de la cultura se dividen en:
a) Materiales. Son todos los objetos, en su estado natural o
transformados por el trabajo humano, que un grupo esté en condiciones de
aprovechar en un momento dado de su devenir histórico: tierra, materias primas,
fuentes de energía, herramientas, utensilios, productos naturales y
manufacturados, etcétera.
b) De organización. Son las formas de relación social
sistematizadas, a través de las cuales se hace posible la participación de los
miembros del grupo cuya intervención es necesaria para cumplir la acción. La
magnitud y otras características demográficas de la población son datos
importantes que deben tomarse en cuenta al estudiar los elementos de organización
de cualquier sociedad o grupo.
c) De conocimiento. Son las experiencias asimiladas y
sistematizadas que se elaboran, se acumulan y trasmiten de generación a
generación y en el marco de las cuales se generan o incorporan nuevos
conocimientos.
d) Simbólicos. Son los diferentes códigos que permiten la
comunicación necesaria entre los participantes en los diversos momentos de una
acción. El código fundamental es el lenguaje, pero hay otros sistemas
simbólicos significativos que también deben ser compartidos para que sean
posibles ciertas acciones y resulten eficaces.
e) Emotivos, que también pueden llamarse subjetivos. Son las
representaciones colectivas, las creencias y los valores integrados que motivan
a la participación y/o la aceptación de las acciones: la subjetividad como un
elemento cultural indispensable.
Dentro de toda cultura hay dos elementos a tener en cuenta:
Rasgos culturales: porción más pequeña y significativa de la
cultura, que da el perfil de una sociedad. Todos los rasgos se transmiten
siempre al interior del grupo y cobran fuerza para luego ser exteriorizados.
Complejos culturales: contienen en si los rasgos culturales
en la sociedad
Cambios culturales
Los cambios culturales: son los cambios a lo largo del
tiempo de todos o algunos de los elementos culturales de una sociedad (o una
parte de la misma).
Enculturación: es el proceso en el que el individuo se
culturiza, es decir, el proceso en el que el ser humano, desde que es niño o
niña, se culturiza. Este proceso es parte de la cultura, y como la cultura
cambia constantemente, también lo hacen la forma y los medios con los que se
culturaliza.
Aculturación: se da normalmente en momento de conquista o de
invasión. Es normalmente de manera forzosa e impuesta, como la conquista de América,
la invasión de Iraq. Ejemplos de resultados de este fenómeno: comida (potaje,
pozole), huipil. El fenómeno contrario recibe el nombre de deculturación, y
consiste en la pérdida de características culturales propias a causa de la
incorporación de otras foráneas.
Transculturación: La transculturación es un fenómeno que
ocurre cuando un grupo social recibe y adopta las formas culturales que
provienen de otro grupo.
Inculturación: se da cuando la persona se integra a otras
culturas, las acepta y dialoga con la gente de esa determinada cultura.
La cultura esta basada en todos nosotros
[editar]Cultura en animales no-humanos
Algunos autores afirman que los animales de otras especies
actúan por instinto y conductas no variables, por lo cual no podemos hablar de
conductas culturales fuera de la especie animal homo sapiens.
Por el contrario, otros autores afirman que existen animales
de otras especies que también tienen conductas culturales. Jane Goodall fue el
primer humano en descubrir una cultura no-humana, la cultura de los
chimpancés.24
El filósofo Jesus Mosterín explica uno de los elementos de
la cultura de los chimpancés:
«La cultura no es un fenómeno exclusivamente humano, sino
que está bien documentada en muchas especies de animales superiores no humanos.
Y el criterio para decidir hasta qué punto cierta pauta de comportamiento es
natural o cultural no tiene nada que ver con el nivel de complejidad o de
importancia de dicha conducta, sino sólo con el modo como se trasmite la
información pertinente a su ejecución. […] Los chimpancés son animales muy
culturales. Aprenden a distinguir cientos de plantas y sustancias, y a conocer
sus funciones alimentarias y astringentes. Así logran alimentarse y
contrarrestar los efectos de los parásitos. Tienen muy poco comportamiento
instintivo o congénito. No existe una 'cultura de los chimpancés' común a la
especie. Cada grupo tiene sus propias tradiciones sociales, venatorias,
alimentarias, sexuales, instrumentales, etc. […] La cultura es tan importante
para los chimpancés, que todos los intentos de reintroducir en la selva a los
chimpancés criados en cautividad fracasan lamentablemente. Los chimpancés no
sobreviven. Les falta la cultura. No saben qué comer, cómo actuar, cómo
interaccionar con los chimpancés silvestres, que los atacan y matan. Ni
siquiera saben cómo hacer cada noche su alto nido-cama para dormir sin peligro
en la copa de un árbol. Durante los cinco años que el pequeño chimpancé duerme
con su madre tiene unas 2.000 oportunidades de observar cómo se hace el
nido-cama. Los chimpancés hembras separados de su grupo y criados con biberón
en el zoo ni siquiera saben cómo cuidar a sus propias crías, aunque lo aprenden
si ven películas o vídeos de otros chimpancés criando.».
Jesús Mosterín. ¡Vivan los animales! Madrid: Debate, 1998.
(Págs. 146-7, 151-2)25